
Una de las protagonistas del proceso de reubicación es Serafina Falagan

Serafina Falagan
Vecina de la Villa 26 desde la década del '50.
Serafina Falagan
"La villa no crecía salvo algún familiar o hijo que se hacia una pieza y se quedaba. Después con el tiempo la gente fue haciendo casas a la orilla del riachuelo y así se fue llenando. Por aquel entonces se llamaba asentamiento Evita. Después la villa creció mucho durante la época de los militares", agregó.
"Después los vecinos me pidieron que los representara y así comenzamos a trabajar", agregó Serafina, quien además contó que en un primer momento "la gente no creía nada y ahora no puede creer estar viviendo en casas con gas, cloacas y agua caliente".
Martín

Martín
Vecino de la Villa 26, relocalizado.
Martín, vecino de la Villa 26
"Tengo cuatro hijas y en la villa tenía dos piecitas de 3 por 3. Cuando alguna de ellas se tenia que cambiar yo tenía que salir afuera", apuntó.
"Lo que más quería era tener una lugar para mis hijas. Ahora es algo fantástico y mis hijas tienen su departamento propio", dijo emocionado y agregó que "el día de la mudanza nos levantamos a las 5 de la mañana y recién nos mudamos a las 5 de la tarde. Era mucha la ansiedad para salir de la villa y alejarnos del peligro que significa vivir a la orilla de un lugar como el Riachuelo".
Juan, uno de los trasladados de la villa 21-24 contó lo malo que es "ver crecer a los nenes al lado de un lugar que los contamina y los enferma. Es como estar condenado desde chico a una vida con problemas de todo tipo", apuntó.
"Ahora se nos abre la posibilidad de una vida distinta porque además de alejarnos de los peligros de la contaminación podemos dar nuestra dirección en una escuela o en un trabajo sin avergonzarnos por vivir en una villa", indicó.