
El "tirano prófugo"
Tras pasar por Paraguay, Perón se asiló en Panamá. Allí conoció a la bailarina argentina Maria Estela Martínez, alias “Isabelita”, con quien se casó en 1961. La ruta del exilio lo llevó a Venezuela, luego a República Dominicana y finalmente a España, donde se hospedó de forma definitiva en 1960.
Ni - ni
Luego del golpe, Lonardi aseguró que no habría “ni vencedores ni vencidos”. Sin embargo, él mismo sería uno de estos últimos: el 13 de noviembre un golpe palaciego lo apartó del poder y colocó en su lugar al general Pedro Eugenio Aramburu , un militar de corte liberal y decididamente antiperonista. Con él al frente, la "Revolución Libertadora" sancionó el decreto 4161 donde se penaba con hasta seis años de cárcel “la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios del régimen depuesto o sus parientes, el escudo y la bandera peronistas, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, peronista, justicialismo, justicialista, tercera posición, la abreviatura P.P., las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales o fragmentos de las mismas denominadas Marcha de los muchachos peronistas, Evita capitana, las obras o fragmentos de las mismas, del presidente depuesto y de su esposa”. En paralelo, se intervenía la CGT y se robaba el cadáver de Evita.
Comenzaba así el proceso de "desperonización" del país.
La Resistencia Peronista
El 9 de junio de 1956, un alzamiento encabezado por el general Valle fue sofocado por el gobierno. Tres días más tarde, Valle y sus hombresfueron fusilados en un basural de la localidad bonaerense de José León Suárez .
Desde el exilio, Perón instó a la desobediencia civil. En uno de sus primeros documentos, titulado “Directivas Generales para todos los peronistas”, definía al justicialismo como una “revolución social” y pedía “luchar con la dictadura mediante la resistencia pasiva hasta que se debilite y nuestras fuerzas puedan tomar el poder”.

Expulsado del escenario político nacional, Perón designó al ex diputado John William Cooke como su “delegado personal”. Durante estos primeros años, el largo diálogo epistolar entre Perón y Cooke sería fundamental. Por un lado, la convicción de Cooke de que el peronismo era un movimiento de liberación nacional que motorizaría el tránsito al socialismo, permitió consolidar una identidad “revolucionaria” que, amplificada por la persecución y la resistencia, sería fundamental para entender el contexto político argentino de los años siguientes. Por el otro, este intercambio permitiría mantener el liderazgo de Perón y sostener la identidad peronista durante los años de la proscripción.
Depuesto Perón, comenzaron los años de la “Resistencia Peronista”. Miles de personas se organizaron en fábricas y en barrios, y salieron a responder a la persecución política y gremial con huelgas, reuniones clandestinas, pintadas y “caños”. Con los principales dirigentes encarcelados, los militantes de base salieron a escena. Se formaron “sindicatos paralelos” y “comandos de la resistencia”, y se recurrió al voto en blanco como respuesta a la proscripción. El triunfo masivo del voto en blanco sobre las restantes fórmulas “habilitadas” exhibió durante estos años la madurez organizativa de la militancia y la certeza de que el peronismo era un núcleo compacto difícil de quebrar.

El historiador Roberto Baschetti ofrece claves para entender la resistencia peronista.
El país sin peronismo
La fortaleza que mostraba el peronismo aún bajo el peso de la proscripción llevó a ciertos sectores a buscar instancias de negociación que permitieran integrar a ese amplio sector del electorado a la “vida democrática”. Muchos veían en eso también una forma de aislar el liderazgo de Perón. En 1957 Aramburu habilitó el llamado a elecciones presidenciales impidiendo la presentación de candidatos justicialistas. La Unión Cívica Radical se dividió en dos sectores, divergente en cuanto a su caracterización de la “Revolución Libertadora”. Los más contrarios al gobierno, englobados en la Unión Cívica Radical Intransigente, postularon al abogado Arturo Frondizi como candidato.
Perón tejió con Frondizi una alianza de cara a los comicios. El pacto supuso el apoyo del peronismo a la fórmula de la UCRI a cambio de que Frondizi levante la proscripción sobre el peronismo. El 23 de febrero de 1958, la fórmula Frondizi-Gómez resultó vencedora con el 44% de los votos.
En los primeros meses Frondizi dio señales de una “amnistía” para el peronismo. Su Ministro del interior aseguró que las elecciones legislativas de 1962 se celebrarían “sin proscripciones” pero impidiendo la restauración de “totalitarismos”. El peronismo, bajo el sello Unión Popular, consiguió presentarse y ganó en Buenos Aires y otras seis provincias. Sin embargo, pocos días más tarde Frondizi cedió a las presiones de Aramburu e intervino esas provincias.
Jaqueado por la crisis política y económica, el 29 de marzo de 1962, Frondizi fue depuesto y reemplazado por José María Guido . El breve intento de “normalizar” el país y permitir la integración del peronismo a la vida electoral volvió a chocar con la negativa castrense y el país regresó al orden político de 1955.
El peronismo armado
Tras la ruptura del pacto con Frondizi, Perón regresó a la estrategia del voto en blanco. El paisaje de un país que no parecía encontrar salida a la crisis institucional, con una amplia franja del electorado excluida de las urnas, y una situación económica y social grave, alentó aún más a la “resistencia”.
Los fusilamientos de José León Suárez, investigados por el periodista Rodolfo Walsh en su libro Operación Masacre, movilizaron a un sector de la población hacia la militancia política. La “resistencia” había convertido al peronismo en una trinchera popular contra la dictadura y los gobiernos tutelados; desde el exilio, Perón hablaba de la “liberación nacional”; nuevas generaciones comenzaban a acercarse a su movimiento. Expulsado, señalado como el enemigo principal del orden político y militar imperante, Perón se convirtió en el máximo líder de la resistencia popular contra la dictadura.

La Resistencia Peronista, que había sido una amalgama de grupos diversos unidos por una necesidad y una experiencia compartida, viraba lentamente a un movimiento diverso, separado por concepciones ideológicas y militaristas distintas, sólo unida por el objetivo del regreso de Perón a la Argentina. Así, un sector del peronismo comenzaba a acercarse a la lucha armada y a las tácticas de la guerra de guerrillas. Esto, que impactaría al seno del propio peronismo, tendría también efectos al interior del Ejército: el 22 de septiembre de 1962 se enfrentaron dos bandos antagónicos, uno, denominado, los “azules”, al mando del general Juan Carlos Onganía , alentaba la negociación con ciertos dirigentes peronistas, como forma de alcanzar una “normalización institucional” y combatir a los grupos guerrilleros. El otro grupo, los “colorados”, se identificaban con el antiperonismo intransigente de Aramburu. Tras una cruenta batalla en las calles, el bando azul resultó vencedor y Onganía fue designado comandante en jefe del Ejército.
El gigante invertebrado
En 1966 Onganía asumió como presidente tras derrocar al radical Arturo Illia , elegido apenas tres años antes. La táctica “negociadora” de Onganía, alentada por sus deseos de gobernar por “los próximos veinte años”, consiguió mayor visibilidad. Sin embargo no tendría éxito. El 30 de junio de 1969 el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor fue asesinado.
Cualquier intento de alejar a Perón de la conducción era rechazado a lo largo y a lo ancho del movimiento peronista.
Todas las estrategias -la proscripción, los pactos, el “peronismo sin Perón”- habían fracasado. La vida política argentina con Perón prohibido y exiliado había fracasado. Los gobiernos no habían podido contener el descontento popular que tuvo en el Cordobazo de 1969 uno de sus puntos más álgidos. El 1 de junio de 1970, la organización peronista Montoneros secuestro y asesinó a Aramburu. Pocos días más tarde, Onganía fue reemplazado por el general Roberto Levingston y un año más tarde por el también general Alejandro Agustín Lanusse.
El 17 de noviembre de 1972 Perón volvió temporalmente al país tras casi 18 años de exilio. Era el fin de la Resistencia, de la lucha de los sindicatos y de la “juventud maravillosa”, de casi dos décadas de un fino tejido político que le permitió sostener su liderazgo desde el exilio. Al año siguiente, el peronismo volvió a presentar un candidato a presidente. El ganador, Héctor J. Cámpora, renunció 49 días más tarde para permitir la candidatura de Perón, impedida por el gobierno de Lanusse.
El 12 de octubre de 1973, Perón asumió su tercera presidencia tras obtener el 62% de los votos.