Télam

El 17 de octubre


Para el momento de su detención, Perón ya era un actor político de peso. Para los trabajadores se había recortado como un líder. Al interior del Ejército su figura dividía aguas. Un grupo heterogéneo -integrado por conservadores, referentes de la aristocracia local, la cúpula radical y sectores de izquierda- se había aglutinado en su contra. Era un sector amplio pero carente de un liderazgo claro. Sólo un nombre sobresalía: el embajador norteamericano Spruille Braden .
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Norberto Galasso explica los hechos que derivaron en el 17 de octubre.

El general Ávalos intentó tejer alianzas pero la oposición exigía el traspaso del poder a la Corte Suprema. La “Revolución del 43” se resquebrajaba. Hombres cercanos a Perón así como la propia Eva Duarte comenzaron a buscar adhesiones en favor del ex vicepresidente. En la noche del 16 de octubre la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a un paro general para el día 18. Sin embargo, ya en las primeras horas del miércoles 17, columnas de trabajadores provenientes de distintos puntos de la Capital y el conurbano bonaerense comenzaron a movilizarse en dirección a la Plaza de Mayo.

Horas después la ciudad se vio colmada de hombres y mujeres reclamando la libertad de Perón. Cuando el gobierno quiso reaccionar, ya era tarde. A las 23:10, luego de entrevistarse con Ávalos, Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno y habló con la multitud. Expulsado de las fuerzas armadas, se convertía en el líder máximo de una numerosa franja de la población que ingresaba por primera vez a la vida política nacional.
 

Al gobierno


El 24 de febrero de 1946 se realizaron las primeras elecciones libres desde 1930. La figura de Perón había llevado a sectores políticos diversos -como la UCR y los partidos Socialista, Comunista y Demócrata Progresista- a confluir en un frente electoral único, denominado “Unión Democrática”. Perón sería elegido con el 52% de los votos.

El 4 de junio asumió formalmente la presidencia. En las semanas previas, el gobierno de Farrell llevó adelante a pedido suyo algunas iniciativas como la nacionalización del Banco Central y la creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), sentando así las bases del programa económico en ciernes.

El Estado, durante estos años, pasó a ocupar un rol central como articulador de las políticas económicas. En 1947 Perón lanzó
el Plan Quinquenal, un ambicioso proyecto de planificación estratégica de la economía y sancionó medidas de incentivo al desarrollo industrial con las que se buscó modificar la matriz productiva de una Argentina históricamente agroexportadora.

La nacionalización de los ferrocarriles fue otro acontecimiento de suma significación. El 9 de julio de 1947, en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el mismo lugar donde en 1816 se declaró la Independencia Política, Perón declaró la “Independencia Económica” de la Argentina. Al impacto productivo se le sumaba la profundización de la búsqueda de soberanía política con respecto a las potencias extranjeras. En un mundo bipolar, el peronismo se presentó como una “Tercera Posición”.

Las medidas laborales, que lo habían recortado como referente de la clase trabajadora, se profundizaron durante su gobierno. En paralelo, y apoyado en la figura de Evita, la asistencia social cobró especial relevancia. La sanción del voto femenino, el 23 de septiembre de 1947, fue otra decisión que modificó el mapa político-cultural de la Argentina.
 

Las identidades


Perón se convirtió en un líder de masas. Su figura se recortaba en el escenario político como una irrupción que, no obstante, se pensaba como una extensión de viejas tradiciones populares. Con un amplio grueso de la sociedad encolumnado detrás de su figura, con la certeza de estar fundando una “Nueva Argentina”, Perón buscó caminos para consolidar tanto las transformaciones sociales de su gobierno, como la propia identidad política del movimiento.

NUEVA ARGENTINA


En el primer caso, la sanción de una nueva Constitución, en 1949, permitió incorporar derechos consagrados durante este período, como los del trabajador, la familia y la ancianidad. La reforma fue fundamental también por el simbolismo de pensar una refundación “popular” de la Carta Magna. En el segundo caso, la idea de un movimiento amplio pero que basaba su accionar en un sistema de pensamiento con valores y creencias empujó a Perón a postular la doctrina “justicialista”, una “filosofía de vida profundamente nacional, popular, humanista y cristiana”, que venía a fijar “tres banderas” doctrinales: la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política.

Pero su irrupción también dio forma a una oposición que englobó tanto a fuerzas políticas y sociales, como a sectores de la prensa y las fuerzas armadas. La relación del gobierno con estos actores sería tensa y se profundizaría a medida que avanzaba su mandato. El 28 de septiembre de 1951, un grupo encabezado por el general Benjamín Menéndez  llevó a cabo un breve levantamiento militar. La sublevación fue sofocada, pero el hecho no hizo más que complejizar el escenario político, alimentando el estado de guerra y los rumores golpistas.
 

El segundo gobierno


El 11 de noviembre, Perón fue elegido presidente por segunda vez por el 63% del electorado, en un sufragio masivo que marcó el debut del voto femenino. Ese primer año de su segundo gobierno se vio atravesado por el fallecimiento de Eva Perón, el 26 de julio de 1952, a causa de un cáncer uterino. Su muerte paralizó al país por varias semanas y su despedida se convirtió en uno de los eventos políticos más multitudinarios y dramáticos de la historia política argentina.


Pero esta nueva etapa también se destacó por los problemas económicos y una ascendente tensión política. Los cambios en la economía mundial, producto del fin de la Segunda Guerra y los efectos del Plan Marshall en el comercio internacional, sumado a una de las peores sequías de la historia y varios problemas de abastecimiento, afectaron profundamente al país. A fines de 1951, el gobierno intentó una contraofensiva anunciando un Segundo Plan Quinquenal pero no fue suficiente. En abril de 1953, un acto en apoyo a Perón terminó con la detonación de dos bombas y un saldo de 6 muertos y 100 heridos.
 

El final


En los últimos meses de 1954 la relación entre el gobierno y la Iglesia Católica comenzó a deteriorarse. Varios sacerdotes y obispos lanzaban críticas cada vez más duras al gobierno, mientras desde el peronismo se acusaba a sectores clericales de formar parte de los intentos golpistas. El 14 de noviembre, el Congreso sancionó una nueva ley que modificó el régimen de los menores y de la familia, y habilitó el divorcio matrimonial.

El sábado 11 de junio unas 200.000 personas se concentraron en las puertas de la Catedral Metropolitana para la tradicional procesión del Corpus Christi. Los manifestantes marcharon al Congreso donde arriaron la bandera nacional para reemplazarla por la enseña papal y arrancaron placas recordatorias de Evita colocadas en el frente.

Perón censuró estos hechos y le reclamó a los peronistas que se mantengan “alertas y vigilantes”. El jueves 16, una sublevación encabezada por la Marina de Guerra bombardeó la Plaza de Mayo dejando un saldo de más de 350 muertos y miles de heridos. Los aviones llevaban la leyenda “Cristo Vence”. Fuerzas al mando del general Juan J. Valle detuvieron el ataque. Por la noche grupos incendiaron y saquearon la Curia Metropolitana y distintas iglesias porteñas.

Perón intentó contener la situación y mostrar fortaleza. El 31 de agosto ofreció su renuncia pero la CGT convocó a un paro a favor de su permanencia y varios dirigentes, gobernadores y el presidente de la Corte Suprema le expresaron su apoyo. Sin embargo, el 16 de septiembre se produjeron nuevos alzamientos militares en varios puntos del país. La situación parecía incontrolable. El jefe de la rebelión, el general Eduardo Lonardi  incitó en una proclama a “luchar hasta el fin”. Luego de negociaciones y ante el temor de un nuevo ataque, Perón le ofreció su renuncia a la Junta de Generales.

El 22 de septiembre el general de división retirado, Eduardo A. Lonardi, se hizo cargo del gobierno provisional. En algunas ciudades, varias personas salieron a celebrar la caída de Perón. Su influencia, sin embargo, estaba lejos de desaparecer.