Télam

El silencio


El 3 de julio de 1974, en el estadio Parkstadion de Alemania Federal, la selección argentina de fútbol enfrentó a su par de Alemania Democrática. La X Copa del Mundo no estaba siendo la mejor para los dirigidos por Vladislao Cap : luego de una primera fase irregular, Argentina cayó 4 a 0 ante la Holanda de Rinus Michels y 2 a 1 frente a Brasil. 
Llegó a ese tercer partido sin chances. Se despidió con un pobre 1 a 1, con un tanto deRené Orlando Houseman  pero el delantero de Huracán no lo festejó. No tenía ánimo para jugar. Durante las horas previas, había sugerido suspender el encuentro. La FIFA advirtió de los riesgos de no presentarse y el equipo, finalmente, salió a la cancha. Cada jugador llevaba una banda negra en su brazo. A los 10 minutos del puntapié inicial, el referí inglés John Keith Taylor aprovechó una interrupción y ordenó un minuto de silencio.
Dos días antes había fallecido el presidente de la Argentina, general Juan Domingo Perón .

MURIÓ

  En nuestro país no se hablaba de otra cosa. La noticia había llegado en boca de Maria Estela Martinez de Perón . Todos la esperaban pero nadie estaba preparado. La salud del viejo dirigente que un año antes había regresado definitivamente al país para ocupar por tercera vez la presidencia era, se sabía, endeble. Desde el sábado 29 de junio, su tercera esposa y vicepresidente de la nación ejercía “momentáneamente” la presidencia. Poco después, el comandante Eduardo Emilio Massera emitió un comunicado reiterando el “total y absoluto respeto a la constitución y a las leyes” por parte de la Armada. En todos los rincones se especulaba con el futuro.
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Isabel anuncia la muerte de Perón

A las 14:05 del lunes 1º de julio, Maria Estela Martinez de Perón se dirigió al país:
Con gran dolor debo transmitir al pueblo el fallecimiento de un verdadero apóstol de la paz y la no violencia.

Era el fin. Y el inicio de otra historia.
 

El adiós


Las honras fúnebres para despedirlo fueron un acontecimiento multitudinario, que se inscribió en la “tradición” que ya habían dejado, antes de él, los funerales de Hipólito Yrigoyen y Eva Perón. El país se paralizó literalmente. No hubo cines, comercios, ni colegios abiertos. La CGT y la CGE dictaron un cese de actividades en señal de duelo. Los restos de Perón fueron velados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos hasta las 8 de la mañana del día 2; luego fueron trasladados a la Catedral Metropolitana para una misa de cuerpo presente; concluido el responso, el féretro, colocado en una cureña y flanqueado por granaderos, fue conducido al Palacio Legislativo, donde permaneció hasta la mañana del jueves 4.


Se calcula que durante esas 46 horas y media que el cuerpo permaneció en el Congreso desfilaron ante él casi 135 mil personas. Más de un millón se quedaron a las puertas sin poder ingresar. 14 milímetros de agua cayeron sobre Buenos Aires. La lluvia torrencial parecía brindar la escenografía adecuada para una despedida de esa envergadura. Una multitud se agolpó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador llorando y acompañando el traslado de un cuerpo que no tendría, de ahí en más, un destino fijo durante las próximas tres décadas: de Olivos al Cementerio de la Chacarita y de allí a San Vicente con un fallido intento en el medio de construir un Altar de la Patria que nunca se llevó a cabo por el ocaso del gobierno que se iniciaba en ese momento. La imagen de José López Rega  apoyando sus manos en el respaldo presidencial tras la asunción de Maria Estela Martínez de Perón, ya estaba recorriendo todas las pantallas del país.


Pero ese día la gente sólo tenía ojos para el ataúd. A lo largo de 15 kilómetros, desde el Congreso hasta la Quinta Presidencial de Olivos, más de 8000 soldados y cientos de miles de personas lo despidieron agitando pañuelos blancos y gritando su nombre bajo la lluvia. Las imágenes de dolor recorrieron el mundo. Dos días atrás, el diario Noticias  había salido a la calle con una tapa que quedó en la historia: “DOLOR”, decía su título, y debajo un texto redactado por Rodolfo Walsh . “El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos 30 años, murió ayer a las 13:15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un líder excepcional.”
Acababa de morir el hombre que había definido los últimos treinta años de vida política de la Argentina.