Télam

Radicalizar la revolución


FORJA recibió la Revolución del 43 con posiciones heterogéneas. Formaron parte de las celebraciones en la calle tras el fin de la Década Infame. Pero poco después de la asunción de Ramírez, Scalabrini Ortíz abandonó momentáneamente la agrupación para dedicarse a sus estudios. Jauretche, por su parte, encabezó las “300 Boinas Blancas” en apoyo a la Revolución. Lo entusiasmaba la posibilidad de que con ella se iniciara una orientación política nacional. Esto no implicó, por lo demás, una entrega plena al nuevo gobierno. Como una carta de intenciones, Jauretche afirmó:
Hay que radicalizar la revolución y revolucionar el radicalismo.

Imagen
El primer contacto entre Perón y Jauretche.
 Jauretche y Manzi comenzaron a frecuentar al ascendente coronel Perón. Durante un año se entrevistaron de forma cotidiana. Las ideas de Jauretche eran utilizadas por Perón en muchos de sus discursos públicos. “Perón aprendió y aprendía con gran velocidad porque era muy inteligente -afirmó Jauretche tiempo después-. Por ejemplo, sobre la vieja política argentina, creo haberle sido muy útil para informarle o para conocer, pero aseguro que pronto sabía más que yo. Y tenía ciertas aptitudes revolucionarias que los hombres ya formados no tenemos, una capacidad para no sorprenderse de nada, para aceptar hechos nuevos y para adaptarse a la realidad”.
 

“No me espere coronel


Jauretche se acercaba al incipiente universo gestado alrededor de la figura de Perón. En 1944 concurrió al acto en el Luna Park en solidaridad con los damnificados por el terremoto en San Juan, donde se conocieron Perón y Eva Duarte.
Si bien los forjistas tenían un enfrentamiento abierto con grupos reaccionarios del gobierno, apoyaban varias medidas como la expropiación de la Compañía de Gas, la creación del Banco de Crédito Industrial y, en especial, las políticas impulsadas por el propio Perón desde la Secretaría de Trabajo.



Jauretche veía en el nuevo proceso que se abría una puerta para la recuperación del yrigoyenismo, síntesis histórica de su propio ideario político. Pero cierta intransigencia de FORJA y las propias aspiraciones de Perón por construir un movimiento amplio que, menos que “revolucionar el radicalismo”, tuviera una impronta particular y masiva, conjuraron para que la relación entre Jauretche y Perón atravesara distintos momentos de tensión.
En mayo de 1944, Perón le ofreció a Jauretche el puesto de Interventor Federal de la Provincia de Buenos Aires, viejo bastión del conservadurismo. Jauretche lo rechazó y en su lugar propuso una lista de hombres de FORJA dispuestos a sumarse al gabinete. Perón sólo nombró a uno y Jauretche lo interpretó como un gesto que lo desairaba ante sus compañeros forjistas. Enojado, pidió explicaciones pero Perón no le dio demasiada importancia al asunto. Lo despidió diciéndole que lo esperaba, como era habitual, al día siguiente. “No coronel, no me espere”, respondió Jauretche.



El 17 de octubre


Jauretche se distanció momentáneamente de Perón. Sin embargo siguió confiando en su figura. Durante esos meses el coronel ganaría una notoria popularidad: sus medidas sociales, como el Estatuto del Peón, que beneficiaba a los “paisanos”, le granjearon tanto adhesiones como rechazos. Sectores políticos y militares dictaminaron el agotamiento de la experiencia del 43 y propusieron delegar el gobierno en la Corte Suprema. El 19 de septiembre de 1945, se realizó la Marcha de la Constitución y la Libertad. La movilización fue multitudinaria. La oposición política y las fuerzas armadas se envalentonaron y presionaron al gobierno para exigirle la renuncia a Perón. El 9 de octubre, el coronel dejó su cargo y fue detenido y trasladado a la isla Martín García. Por su parte, sectores del radicalismo que aún se mantenían cercanos a Jauretche y sus ideas, como Amadeo Sabattini, decidieron mantener la postura orgánica del partido y apoyar un gobierno en manos de la Corte Suprema. La incertidumbre dominaba el país.

Un Fuenteovejuna

Imagen
La reacción de Jauretche ante el 17 de octubre de 1945.
 La CGT comenzó a planificar una huelga general para evitar la pérdida de los derechos laborales adquiridos con Perón. El 16 de octubre varios dirigentes gremiales y trabajadores organizaron marchas a la Capital para el día siguiente. Un obrero fue a consultarle a Jauretche qué debía hacer. “Agarrá la bandera y ponete al frente”, le respondió. 
El 17 de octubre una multitud marchó a Plaza de Mayo exigiendo la liberación de Perón. “Fue un “Fuenteovejuna” -señaló Jauretche-: nadie y todos lo hicieron”. Para Scalabrini Ortíz
era el subsuelo de la patria sublevado. La historia pasaba junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río.

FORJA expresó su “decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus conquistas sociales”. Perón finalmente fue liberado y pasadas las once de la noche salió al balcón de la Casa de Gobierno. Iniciaba así su camino a la presidencia.

Otro mundo


El ascenso de Perón activó un fuerte debate interno en FORJA. Algunos creyeron que había que sostener el espacio; otros que había cumplido su cometido y debía integrarse al nuevo Movimiento Nacional surgido tras las jornadas del 17 de octubre. Finalmente la mayoría votó por esta segunda postura y el 15 de diciembre de 1945 FORJA se disolvió. Muchos de sus integrantes se sumaron a la campaña que llevaría a Perón a la presidencia.

En el tren de la campaña Perón - Quijano
En el tren de la campaña Perón - Quijano


El propio Jauretche participó activamente de los equipos de difusión. El 24 de febrero la fórmula encabezada por Perón venció con el 52,84% de los sufragios. Concluida la campaña, Jauretche se retiró a su casa. Pocos meses después, sin embargo, el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Domingo Mercante, le ofreció la presidencia del Banco Provincia.



A pesar de ser un puesto técnico, Jauretche aceptó. Su desempeño sería valorado por distintos actores: sostuvo a todos los gerentes, aún aquellos contrarios al peronismo, y direccionó créditos a pequeños y medianos empresarios, fomentando así la producción.
Sin embargo, la experiencia tendría fecha de vencimiento. En 1949 asumió como Ministro de Finanzas, Alfredo Gómez Morales. Jauretche, en disidencia, presentó su renuncia a la titularidad del Banco Provincia el 30 de enero de 1950. Otra vez, comenzó a alejarse del peronismo. Criticó lo que señalaba como una “creciente burocratización” y lamentó la pérdida del impulso inicial. Señalado por ciertos sectores, se apartó del centro de la escena.


 

El fin


No obstante, Jauretche y los forjistas regresaron a la arena política ante los primeros síntomas de lo que finalmente sería el golpe de Estado de septiembre del 55. Tras meses de conspiraciones, las fuerzas armadas volvían a derrocar a un gobierno constitucional. Perón debía exiliarse en el extranjero. El 23 de septiembre asumió en su lugar el Teniente General Eduardo Lonardi.
Dos meses después de su asunción, sin embargo, un golpe interno lo desplazó. En su lugar asumió el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu. Su ciclo comenzó con una marcada persecución al peronismo: se intervino la CGT y se encarceló a un gran número de militantes.
Jauretche había comenzado a escribir en el diario El Líder, junto a Scalabrini Ortíz. En esos meses posteriores al golpe de la llamada Revolución Libertadora, El Líder fue uno de los pocos espacios de la incipiente resistencia peronista. Cuando el nuevo gobierno convocó al economista Raúl Prebisch para elaborar un diagnóstico de la situación económica argentina, Jauretche utilizó sus páginas para rebatir sus argumentos, entre los que se destacaba la propuesta de incorporación del país al Fondo Monetario Internacional. El Líder, de nombre en absoluto críptico, llegó a vender unos 200.000 ejemplares.
Aramburu, en su espiral de erradicación del peronismo, ordenó el cierre de El Líder. Jauretche contraatacó con otra publicación. Su nombre tampoco ocultaba sus referencias: El 45. Mientras tanto ultimaba los detalles de su libro El Plan Prebisch, retorno al coloniaje. Jauretche se convertía así en la voz más nítida de defensa y recuperación de la experiencia ocurrida entre 1945 y 1955. A pesar de haber permanecido alejado del peronismo en los últimos cinco años, el accionar de esos meses le valió la persecución militar. El local de El 45 fue allanado y la Justicia le inició una demanda. A pesar de sus resistencias, su amigo Darío Alessandro lo convenció de abandonar el país. A mediados de 1956, Jauretche y su esposa se exiliaron en Montevideo.