Télam

Los años de Uriburu


Tras el golpe, Jauretche se abocó a una intensa actividad política. Creó la agrupación “La Juventud del Sur”, junto a Homero Manzi  en un intento por defender y sostener las banderas del radicalismo. Los restos vivos del yrigoyenismo no iban a permanecer quietos durante esos primeros años de la llamada Década Infame. Se sucederían distintos intentos por deponer a Uriburu, todos rápidamente sofocados. Jauretche formó parte de estas rebeliones, por lo que fue brevemente encarcelado.
INFAME

El radicalismo estaba dividido. Por un lado se encontraban los antipersonalistas, que habían roto con el partido desde mediados de los años 20 por sus diferencias con Yrigoyen. Los antipersonalistas habían apoyado el golpe del 6 de septiembre . Alvear se ubicaba cerca de ellos: buscaba unificar el partido e integrarlo al nuevo ecosistema político. En la vereda opuesta se encontraban los yrigoyenistas, que alentaban el enfrentamiento con el gobierno de facto.
Nuevos levantamientos y un triunfo anulado de los radicales en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires, alentaron a Uriburu a acentuar la represión. Hacia 1931 varios dirigentes radicales partieron al exilio. El 8 de noviembre se celebraron elecciones con el radicalismo proscripto. La fórmula Agustín P. Justo – Julio Roca (hijo) resultó ganadora.
Tras la liberación de Yrigoyen, Jauretche comenzó a cultivar una relación casi cotidiana con el viejo caudillo. Junto a un grupo de jóvenes, iba a visitarlo cotidianamente para conversar sobre el futuro de un partido fracturado. Jauretche conoció ese año a Raúl Scalabrini Ortiz Junto a Manzi, profundizaron su posición de intransigencia: no concebían una hipotética alianza con Alvear y alentaban el “abstencionismo revolucionario” como herramienta conspirativa contra un gobierno ilegítimo.
 

El Paso de los Libres


Una nueva rebelión radical en Curuzú Cuatiá, al mando del teniente coronel Atilio Cattáneo, fue sofocada por el gobierno. Jauretche y Manzi formaban parte de ella. El levantamiento decidió a Justo a tomar represalias e Yrigoyen, a los 80 años de edad, volvió a ser confinado a la isla Martín García.
El 3 de julio de 1933 Yrigoyen falleció en Buenos Aires. Su muerte provocó una manifestación popular inédita. El 6 de julio más de medio millón de personas acompañó los restos del viejo líder radical hasta el Cementerio de la Recoleta.
Seis meses después Jauretche viajó al sur de Brasil para incorporarse a un grupo que tenía el propósito de ingresar al país e iniciar una rebelión. Jauretche se sumó a una columna que desde Uruguayana debía cruzar el río en dirección a la localidad correntina de Paso de los Libres.
El 29 de diciembre, a pesar de la presión de la policía brasileña, los insurgentes cruzaron el Río Uruguay liderados por Roberto Bosch. Se sucedieron varios días de combates intensos. El grupo de los rebeldes fue diezmado. Las fuerzas armadas llegaron a bombardear a un grupo que intentaba regresar a Brasil. Jauretche sobrevivió pero fue detenido. En prisión escribió en verso las memorias del combate. 
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La épica gauchesca expresada en el poema “El Paso de los Libres”.
 El libro, titulado El Paso de los Libres, sería editado poco después con prólogo de Jorge Luis Borges. Escribió Jauretche en uno de sus pasajes: "En total cincuenta y tres / cayeron de aquellos criollos / Dos o tres días después / Los echaron en un hoyo / sin rezarles un rosario / y allí enterrados están / mezclados en ese osario / de la estancia de Bonpland / Cincuenta y tres cayeron / sirviendo a una causa noble / y una consigna cumplieron: / que se rompa y no se doble."
 

El Estatuto Legal del Coloniaje


Cuatro meses después Jauretche fue liberado. La experiencia de Uruguayana abroqueló al radicalismo detrás de la figura de Alvear, quien propiciaba el fin del abstencionismo. Jauretche, Manzi, Dellepiane y todo el grupo de la Convención Metropolitana del partido resistieron y mantuvieron su posición. Sin embargo, el 6 de mayo de 1935 el alvearismo disolvió la Convención.
Aislados de su partido, el 29 de junio de 1935 Jauretche, Luis Dellepiane, Amable Gutierrez Diez, Manuel Ortiz Pereyra, Gabriel Del Mazo, Homero Manzi, Juan Luis Alvarado y Juan B. Fleitas fundaron FORJA, siglas de Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina. El nombre provenía de una vieja frase de Yrigoyen: “Todo taller de forja parece un mundo que se derrumba”. Jauretche redactó la declaración constitutiva, encabezada por la consigna: “Somos una Argentina colonial. Queremos ser una Argentina Libre”.
El 2 de septiembre publicaron un “Manifiesto al pueblo de la República”. Allí repasaban cada una de las medidas del gobierno de Justo que, según FORJA, sometían al país al dominio inglés: la creación del Banco Central, el Instituto Movilizador, la Coordinación del Transporte, las juntas reguladoras y en especial el Pacto Roca-Runciman. Lo que FORJA llamaba “El Estatuto Legal del Coloniaje”.
El 25 de mayo de 1936 apareció el primer Cuaderno de FORJA. Scalabrini Ortíz, que no formaba parte oficial de FORJA -la agrupación tenía como condición la afiliación de sus integrantes al radicalismo, obligación que sería luego anulada-, fue sin embargo una pieza intelectual clave. Los Cuadernos fueron durante ese tiempo un instrumento fundamental para la difusión de las ideas radicales y antiimperialistas de FORJA. Su objetivo al decir de Jauretche era derribar “los viejos mitos del capital invertido, de la inferioridad del criollo, de la superioridad germánica y anglosajona, de la necesidad de ser bienvistos en el exterior y agradar a los proveedores de empréstitos”.

Norberto Galasso

Norberto Galasso

Ensayista e historiador.
cuenta, al respecto, el proceso de gestación de FORJA y el rol de Scalabrini Ortíz: 

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La formación de Forja.

Allí empezó a cultivar un estilo, mezcla de duelo retórico y pedagogia, de enseñanza y combate contra el “carácter abstracto de las ideologías” y la dependencia intelectual. “Sin prensa, sin radiotelefonía, sin carteles murales, tenemos nuestras gargantas y nuestras manos -describiría Jauretche-. Las manos se ponen a tizar las paredes hasta que el nombre de FORJA sea obsesión. Las gargantas funcionan permanentemente. Cada esquina es una tribuna. Cada forjista, un orador. No hace falta retórica para gritar verdades: limpieza de almas y fe, eso es lo necesario”.
La Segunda Guerra Mundial encontró a un país con el radicalismo alvearista integrado a la vida política. FORJA, que alentaba la neutralidad argentina, comenzó a crecer lentamente como un espacio de resistencia y oposición al nuevo gobierno del conservador Roberto Ortíz. En 1940, con Scalabrini Ortiz ya formalmente integrado a FORJA, Jauretche es nombrado su presidente.
 

La Revolución del 43


Los siguientes años de la agrupación fueron marcados por el paulatino alejamiento del radicalismo. Del Mazo y Dellepiane abandonaron el espacio, en disidencia, mayormente, con la posición de neutralidad acérrima que FORJA propiciaba con respecto al enfrentamiento bélico en Europa. En 1941 los jóvenes forjistas ingresaron a un acto partidario del radicalismo al grito de “¡Viva Yrigoyen!”, rechazando la postura de Alvear de involucrarse en la guerra. El diario Crítica los acusó de “nazis”. FORJA se radicalizaba al tiempo que se alejaba definitivamente del radicalismo.
Sin embargo los primeros años de la década del 40 trajeron una serie de sucesos que modificaron el mapa político del país.
En 1942 murieron Alvear y el presidente Ortíz. Su vice Ramón Castillo lo reemplazaría por un breve interregno. Sin Alvear, sin Castillo, sin Justo -fallecido ese año-, con una política errática, la Argentina parecía girar en falso. Los opositores a Castillo formaban un cúmulo heterogéneo de posiciones: civiles, militares, nacionalistas, partidarios del radicalismo, pro aliados, pro Eje y más. En el seno del Ejército se había formado una organización denominada “Grupo de Oficiales Unidos”, entre los que se destacaba el general Arturo Rawson y el general Edelmiro Farrell. El coronel Juan Perón participaba de este espacio. El 4 de junio de 1943 las fuerzas armadas se rebelaron. Sus planes originales no suponían el “derrocamiento” de Castillo sino imponerle un cambio total de gabinete, incluyendo en él a distintos militares. El gobierno reclamó el fin de la sedición pero al encontrarse en inferioridad de condiciones, Castillo acabó renunciando, dándole así la victoria a la llamada “Revolución del 43”. Rawson tomó el poder y el 7 de junio, el general Pedro Pablo Ramírez asumió formalmente la presidencia. Se terminaba así la Década Infame y comenzaba una nueva etapa de transformaciones al interior de FORJA.