
Los años conservadores
Arturo Martín Jauretche nació el 13 de noviembre de 1901 en la localidad de Lincoln, provincia de Buenos Aires. Mayor de diez hermanos, su madre era una maestra española de origen vasco y su padre un empleado de ascendencia vasco francesa que militaba en el Partido Conservador local. Jauretche se crió durante esos años en un entorno familiar de clase media, con un fuerte asiento conservador, en el paisaje de una pequeña comunidad rural donde criollos e inmigrantes convivían en perfecta armonía. Un recuerdo mítico de sus andanzas infantiles con los hijos de los paisanos del pueblo sobreviviría en su ideario político futuro:
Jauretche siempre habría de recordar aquellos años iniciáticos como los de un primer descubrimiento, ese que lo acercaría a “la vida de los boyeritos”. En la obra de Jauretche, la palabra “paisano” sería una aproximación personal y afectiva a un término siempre más problemático -y aún en gestación política durante esas primeras décadas del siglo XX-: el “pueblo”, la “clase trabajadora”.
En 1914 Jauretche culminó sus estudios primarios e ingresó a la Escuela Normal de Lincoln. Siguiendo el legado paterno, sus primeras armas políticas las dio en el seno del Partido Conservador. A los 17 años, el joven Jauretche fue elegido presidente de la juventud conservadora linqueña. Sin embargo la coyuntura comenzaba a agrietar los restos del entramado político de esa Argentina del siglo XIX que había formado su atmósfera familiar y social.
El encuentro
Jauretche dejó la Escuela Normal de Lincoln en tercer año. En 1918 se radicó en Chivilcoy donde continuó el bachillerato. Esos años habían traído la novedad del triunfo de Hipólito Yrigoyen principal dirigente de la Unión Cívica Radical, consagrado en 1916 como el primer presidente elegido por el voto secreto, universal y obligatorio. El radicalismo, con Yrigoyen a la cabeza, se erigió entonces como una fuerza popular, abocada a la conquista de derechos democráticos retaceados durante décadas de dominio conservador. Un nuevo sector comenzaba a participar de la vida política argentina: la clase media.

Buscando mediar en el conflicto, el 12 de septiembre de 1919 Yrigoyen recibió a una delegación de estudiantes encabezada por Joaquín V. González presidente de la Federación Universitaria Argentina, e integrada por varios representantes de Chivilcoy, entre ellos Jauretche. Ese encuentro marcó un quiebre en él. "Ahí empecé a desconfiar" -aseguraría tiempo después-.
La Nación y La Prensa dedicaron primera página, entera, a una huelga del colegio de Chivilcoy porque habían sido echados los profesores conservadores. Ahí empecé a darme cuenta cómo se maneja el periodismo. Porque un asunto que era para dos columnas, en pagina cuatro o cinco, lo ponían en primera página, dándole enorme resonancia al asunto. Y nosotros nos creíamos que éramos muy importantes y que el país giraba en torno de la huelga que habíamos hecho contra Yrigoyen. Y vinimos a Buenos Aires con otros dirigentes reformistas, a hablar con Don Hipólito y de eso salió una versión bastante deformada para dejarlo en ridículo a Yrigoyen, que se publicó en La Nación.
Expulsado del bachillerato en Chivilcoy, Jauretche se instaló a Buenos Aires en 1920. Allí rindió libre cuarto y quinto año, y luego se inscribió en la Facultad de Derecho. Los ecos de laRevolución Mexicana así como el cisma post Reforma y su encuentro con Yrigoyen, lo llevaron por nuevos rumbos políticos.

Lo que me despertó fue la Revolución Mejicana, los Zapata, los Obregón, los Pancho Villa. Desde entonces, renegué de la concepción liberal que tiende a presentarnos como un país de segunda y a nuestro pueblo, como un pueblo inferior.

Los años radicales
En sintonía con un país que parecía desprenderse con fuerza y no pocas dificultades de la herencia conservadora, Jauretche abandonó el mandato paterno y dejó definitivamente el conservadurismo para acercarse al yrigoyenismo.
En 1922 Yrigoyen culminó su mandato presidencial y consagró como su sucesor a Marcelo Torcuato de Alvear que ganaría ese mismo año las elecciones presidenciales. Jauretche, instalado en Buenos Aires se alojaba en una pensión cercana al Congreso para luego mudarse a la casa de un amigo de la familia. Trabajaba como sereno de una estación de ómnibus de Constitución, donde aprovechaba para leer libros que retiraba de la Biblioteca Municipal.
Por esos años Jauretche se acercó a la Unión Latinoamericana, una agrupación formada en 1925 por José Ingenieros y que nucleaba a jóvenes atraídos por la Revolución Mexicana. También se relacionó con la Alianza Continental, comandada por Manuel Ugarte. Jauretche escribía cuentos en sus tiempos libres y algunos de ellos fueron publicados en los suplementos literarios de La Nación. Poco después, dejó de enviarlos porque lo sentía “incompatible con mi posición ideológica”.
Como sostiene Horacio González

Horacio González
Sociólogo. Director de la Biblioteca Nacional.
Jauretche critica al diario La Nación entendido como “metáfora periodística de la historia del país”.
Yrigoyen
En 1926 decidió finalmente afiliarse a la Unión Cívica Radical. Dos años después abandonó la universidad para participar de lleno en la campaña electoral en busca del segundo mandato de Yrigoyen. En la facultad había conocido a Homero Manzi, quien sería una pieza clave en su aproximación a lo popular. “Yo no llegué a Yrigoyen por Yrigoyen sino por la comprensión de lo popular -diría Jauretche tiempo después-. Yrigoyen, para mí, era válido como expresión del populismo. Era subsidiariamente yrigoyenista. Le debo a otros, pero, en especial, a Homero Manzi, la comprensión del caudillo, del individuo Hipólito Yrigoyen y lo que significó. Manzi estaba muy madurado, maduró temprano”.
El 1 de abril de 1928, la fórmula Yrigoyen-Beiró triunfó con el 61,67% de los votos.
La hora de la espada
El segundo mandato de Yrigoyen no se desenvolvería sin inconvenientes. Los proyectos de nacionalización del petróleo, que el viejo caudillo señalaba como una vieja deuda y los jóvenes radicales como Jauretche y Manzi habían enarbolado en la campaña, eran rechazados por la oposición, al igual que la creación del Banco Agrario o la ley de arrendamientos. El segundo año de gobierno lo atravesaría en medio del crujido negro del crac de la Bolsa de Nueva York: el jueves 24 de octubre de 1929, la economía mundial se hundía entre los pliegues de la Gran Depresión.
Jauretche tendría por esos años una breve experiencia como funcionario. En agosto de 1929 fue designado interventor del partido en la provincia de San Luis. Luego sería nombrado funcionario en la intervención federal en Mendoza, Secretario del Consejo de Irrigación y finalmente Secretario en la Dirección de Industria. En Mendoza conocería a un joven Ricardo Balbín.
Los problemas terminales del gobierno de Yrigoyen tendrían su gran señal de alerta el 2 de marzo de 1930 con la celebración de las elecciones legislativas. El yrigoyenismo perdió bastiones como Capital Federal y Córdoba. La crisis política y económica se agudizó. El 6 de septiembre de 1930 el general Uriburu encabezó un golpe de Estado. Sería el primero de una larga serie de fracturas constitucionales en la Argentina. Siguiendo la arenga de Leopoldo Lugones en el Círculo Militar, había llegado “la hora de la espada”.

A pesar de que Uriburu no contaba con un apoyo militar de consideración, la debilidad del gobierno y el apoyo de empresarios y políticos opositores a los planes golpistas condenaron a Yrigoyen. Enfermo, el presidente firmó la renuncia forzada. Jauretche, que se encontraba en ese momento en Mendoza, salió a la calle con un revolver en la mano a resistir el Golpe. Hubo un breve tiroteo con partidarios de Uriburu y fue detenido por la policía. A pesar de que la Ley Marcial condenaba con el fusilamiento su actitud, el jefe del cuartel decidió liberarlo y le ordenó abandonar la provincia. Jauretche se subió al primer tren con destino a Buenos Aires. El jefe del cuartel se llamaba Edelmiro Julián Farrel .