Télam

Éxodo pampeano


El viaje por la Ruta Provincial 10, desde Santa Rosa hacia el oeste pampeano, es la introducción perfecta para un viaje hacia una zona que no pudo ser: cuando el kilometraje avanza, los árboles decrecen en altura y una tierra seca espesa el aire del oeste.

Santa Isabel  es una localidad centenaria ubicada aproximadamente a 980 kilómetros de la Capital Federal, emplazada en una de las zonas de menor densidad del país, en donde residen unas 2500 personas que construyen sus historias alrededor de una plaza de calles de tierra. Una cancha de fútbol sin pasto y casas de material rodeadas de caldenes –el árbol simbólico de la provincia de La Pampa- decoran silenciosamente el oeste provincial, interrumpido quizás por un grupo de estudiantes de delantal blanco que salen de la escuela, o de una señora que termina de hacer los mandados a antes de que cierre el último comercio para que sus trabajadores puedan almorzar y dormir la siesta.
 
Se fundó el 17 de noviembre de 1904 con las expectativas de prosperidad que traía el cauce de Atuel. Pero en 1947, cuando finalizó la obra del complejo hidroeléctrico Los Nihuiles en Mendoza, y el río dejó de correr, sufrió un drástico éxodo poblacional del que aún hoy no se pudo recuperar: en efecto, según los datos poblacionales de la época, a principios del siglo pasado Santa Isabel tenía la misma cantidad de población que en la actualidad. 
El desierto le ganó terreno a la flora y la fauna que desapareció paulatinamente, y la población debió trasladarse a otras zonas para subsistir.

Fotogalería de Santa Isabel, La Pampa.
Fotogalería de Santa Isabel, La Pampa.

  Unos kilómetros al sur se emplaza la localidad de Algarrobo del Águila, con sus 300 habitantes, con el mismo paisaje y el silencio. Allí se encuentran los miembros de las Asambleas de Santa Isabel y de Algarrobo del Águila en Defensa de los Ríos Pampeanos , que reciben al equipo de la Agencia Télam, que viajó hacia el lugar junto a Néstor Lastiri

Néstor Lastiri

Secretario de Recursos Hídricos de la provincia de La Pampa
y María Luz Alonso

María Luz Alonso

Diputada Nacional por el Frente para la Victoria
 quien destaca que "la causa del corte del Rio Atuel resulta muy cara a los sentimientos de todos los pampeanos en general y especialmente a los que provenimos del interior profundo del oeste de nuestra Provincia", y recuerda: "siempre he llevado esta lucha a cada rincón de nuestra Patria que me ha tocado recorrer" 

Unos 20 militantes de la lucha histórica por la recuperación del cauce natural del río Atuel retratan la vida y recuerdan las experiencias de sus antepasados, que conformaron sus familias a la vera del río.Por ejemplo Juanita de Ugalde, militante de la Asamblea, cuenta que su abuelo “sembraba alfalfa: había una especie de chacra me acuerdo, que estaba como cercada, tenía álamos alrededor, y por lo que yo escuchaba de mis mayores era una zona altamente productiva, se hacía producción ovina, y el más pobre tenía 1000 vacas, cuando ahora el más rico lamentablemente tiene unas 150 cabras”.  
Imagen
Testimonio de Juanita de Ugalde.
Imagen
Testimonio de Hilario Hurtado.
 
Hilario Hurtado, poblador de Algarrobo del Águila, sostiene: “es una lástima que nuestros chicos no tengan agua para que se bañen”, mientras describe que vivir allí es “bastante triste”, porque “una planta te crece con agua dulce, pero cuando se corta el río las napas son muy malas, muy amargas, y los animales se mueren de sed”.

Imagen
Testimonio del intendente de Algarrobo del Águila.
  Oscar Gatica

Oscar Gatica

Intendente de Algarrobo del Águila, La Pampa.
intendente de Algarrobo, explica que la localidad se fundó “cuando estaba corriendo el río y había un futuro brillante”, pero luego de los cortes del Atuel, comenzó “a despoblarse y tener una historia muy difícil” al compararla con la mendocina ciudad de General Alvear, “dos localidades que nacieron juntas y hoy una tiene 40.000 habitantes” y Algarrobo “unas 600, y eso se consecuencia del corte”. Son unos pocos metros los que distancian la municipalidad aguilense con el lugar en donde debería existir un río: allí, el viento y la tierra interrumpen la quietud de los pobladores rurales, que crían chivos como principal actividad económica.
  Carlos Lucero

Carlos Lucero

Poblado de Algarrobo del Águila, La Pampa.
un poblador rural que reside en un campo situado a unos 30 kilómetros de Algarrobo del Águila, a la vera del río seco, explica que luego de la inusual crecida del río Atuel a fines de la década de los ’70 –por causas climáticas-, tenían “21 hectáreas de alfalfa y destinadas 12 hectáreas para hacer maíz bajo riego, muy bueno”, e incluso se llegó a hacer “un pequeño embalse” que “se rompió por un costado pero no se pudo arreglar” ante la inseguridad de tener o no agua, según los fenómenos climáticos o la disposición de Mendoza de entregar el agua del río interprovincial. Nunca pudieron recuperar esa actividad económica: actualmente, deben ir a comprar alfalfa a Mendoza: “en épocas malas, tenemos que salir a comprar para salvar los pocos animales que nos quedan”.

Hace unos 40 años que Lucero reside en ese campo de espinas gruesas y caballos cansados, y vivió todos los estados de ánimo de Mendoza: años sin agua, meses invernales con cauce cuando “les sobra”, o incluso inundaciones, porque “a veces nos inundan y no sabemos para dónde disparar”.
Imagen
Testimonio de Carlos Lucero.

Para impulsar la actividad productiva en la región, Lucero afirma que se debería hacer “un consorcio de pequeños productores de alfalfa, todo lo que fuera cosecha para levantar los animales”: hace unos años “eso pensábamos unas 30 personas que hicimos una pequeña asociación, pero se tuvo que perder todo porque se cortó el agua del río. Sin agua, no se puede hacer nada”.  
Imagen
Testimonio de Martín Berhongaray.
 “Cuando muchos escuchan hablar de la problemática del Atuel normalmente tienden a pensar sobre si regamos cinco hectáreas menos en Mendoza o tres más en La Pampa y no es así. El tema central es que cantidad de habitantes pampeanos, cantidad de familias, no tienen agua de calidad para el consumo”, sostiene Martín Berhongaray, diputado provincial pampeano por la UCR en diálogo con Télam, al ser consultado por la causa: “La diáspora poblacional es una de estas consecuencias, tal vez la más gravosa, y tiene que ver con que evidentemente nadie quiere habitar en un lugar en donde las condiciones son inhospitalarias”, dice. Según el joven, hijo del histórico militante del río y ex senador nacional por el radicalismo Antonio “Pacheco” Berhongaray, “el corte del Atuel ha provocado no sólo perjuicios ambientales sino fundamentalmente sociales y económicos de consideración”. “La diáspora poblacional es una de estas consecuencias, tal vez la más gravosa, y tiene que ver con que evidentemente nadie quiere habitar en un lugar en donde las condiciones son inhospitalarias”, dice.  

Cuadro comparativo sobre el crecimiento poblacional en la zona del río Atuel
Cuadro comparativo sobre el crecimiento poblacional en la zona del río Atuel