“La Huella Andina va curiosamente desde el pehuén hasta el alerce, desde Aluminé hasta Trevelin, desde las comunidades mapuches hasta las comunidades galesas. Esto pinta una referencia de una gama de cosas muy interesantes; de historias, de valores culturales, de valores ecológicos, y de paisajes diferentes y característicos”, aseguró en declaraciones a Télam.
Varios kilómetros recorriendo el terreno le permitieron a Peloso ponerse en el rol de quien va a realizar el sendero. “De alguna manera yo pasé al otro lado de la vereda, es como el usuario que pasa de largo y ve la casita del poblador y lo saluda”, describió.
"El contacto con la naturaleza es inherente a lo más ancestral del hombre"
Horacio Peloso, coordinador territorial de Huella Andina.
“También me pone en el rol de poblador para entender como el mira el sendero y como mira el senderista, en que le interfiere a su vida, en que le enriquece, que necesidad de intercambio tiene y que necesidad de intercambio del turista con él. En esa relación y en ese vinculo esta el valor potencial del sendero”, agregó.
Tanto Peloso como sus dos colaboradores –también con varios años de montañistas- reconocen que lo que tienen que tener en claro que debe ser un sendero para caminantes sin experiencia y no sólo para profesionales.
“Nosotros, como una mirada nueva, tenemos que ver los senderos no como un objeto que sirve para llevarnos de un punto a otro, sino como un sujeto que es capaz de comunicarnos un montón de experiencias y de cosas que nos va a dejar algo mas que el haber recorrido un sendero simplemente”, señaló.
El coordinador territorial desecha poner alguna etapa por encima de otra en cuanto a sus bellezas o características paisajísticas y culturales. En tal caso, prefiere hablar de las diferentes ‘zonas’, comenzando por el norte; la de Pehuenia, Moquehue y Aluminé.
“En el extremo norte de la Huella Andina está el lago Ñorquinco, un lugar donde hay un montón de servicios de cabecera con campings manejados por comunidades mapuches, un lugar muy lindo, muy particular con una influencia volcánica muy fuerte”, precisó.
Ahí se pueden ver columnas de basalto y coladas de lava, todo mezclado en un paisaje de araucarias, araucanas o pehuenes, un árbol muy particular característico de Neuquén que no se repite en otras zonas.
“La araucaria en toda su gama en su bosque de transición mezclado con cipreses en un bosque húmedo y por allí pasa la huella andina comunicando las cuencas de este lago Ñorquindo con Rucachoroi y con el lago Guillén”, añadió.
Estos dos tramos que constan de cuatro etapas, y aclarando siempre que la etapa es lo camina una persona en el día, van a unir estas cuencas de estos lagos con un contenido muy fuerte de comunidades mapuches autóctonas y muy representativas.
Todo esto tiene comunicación directa con la ciudad de Aluminé y pone en valor toda la potencialidad de estos pueblos para brindar servicios. Se puede entrar por ruta 11 y por Moquehue.
“Pasando al centro de la huella andina, está la zona de Bariloche. Desde ya hablar de Bariloche como una ciudad cabecera con sus aeropuertos y todos sus servicios, pero a partir de ahí los tramos que unen a la colonia suiza y que pasan por zonas de montañas”, continuó Peloso.

“Esta es una zona un poco más dura a la del Mascardi, donde empiezan etapas un poco mas llevaderas con toda esta belleza escénica del tronador, la cuenca del lago Mascardi, el río Manso, hasta finalmente comunicando los lagos Steffen hasta llegar a la cuenca del Manso”, dijo.
“Esta cuenca –agregó- es un lugar muy particular porque esta reuniendo muchos servicios muy interesantes como el rafting, la cabalgata y el mountan bike. También hay servicios de refugios y servicios de camping”, precisó.
De allí la Huella Andina sigue camino al sur para llegar finalmente a la zona del Parque Nacional Los Alerces, la localidad de Trevelín y el extremo de la huella, en el lago Baguilt.
“El Parque Los Alerces es un caso aparte. Un parque con reserva de los alerces que son árboles milenarios, árboles de más de dos mil años con selva valdiviana que son estas unidades ecológicas muy escasas en la cordillera de los andes”, describió.
Esta rápida y somera descripción de alguno de los lugares característicos de la Huella permitió a Peloso reflexionar sobre el hecho del caminar. “Yo creo que el caminar en los lugares agrestes, en general, es una cosa que no solo lo podemos ver desde el punto de vista de la salud, que desde ya no se discute, pero creo que como experiencia personal el contacto con la naturaleza es algo que le es inherente en lo mas ancestral del hombre”.
“Somos ancestralmente caminadores y estas experiencias que acercan a la gente y que las sacan de sus lugares naturales de residencia, la gente y yo particularmente, siento que es algo muy difícil de transcribir pero desde ya muy placentero”, concluyó.