




En esas mismas sesiones los músicos registraron canciones que no fueron parte de “Vida” pero que sí se incluyeron en otros discos de Sui, tales los casos de "Un hada, un cisne" para “Confesiones de invierno” (1973) y "Pequeñas delicias de la vida conyugal" para “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” (1974). La vitalidad de aquellas jornadas trascendió largamente el tiempo e incluso canciones como "Espejos", "Monoblock" y "Cuando te vayas" le sirvieron a García y Mestre para incluirlas en “Sinfonías para adolescentes” (2000), el único disco original que testimonió uno de los infructuosos regresos de la dupla.
El cancionero de “Vida”, fuertemente influenciado por los aires del folk norteamericano y la sombra de Bob Dylan, se abrió con “Canción para mi muerte”, una tristísima y críptica balada de amores, decepciones y ausencias que recuerda que “hubo un tiempo que fue hermoso”. “Necesito”, en cambio, es una pieza fresca y romántica capaz de saludar la impostura hippie en busca de una chica a la que “no le importe mi ropa/si total me voy a desvestir” que se liga al simpático y celebratorio “Quizás porque”, el noveno track del álbum. Los temas 3 y 10 de la lista, “Dime quién me lo robó” y “Cuando comenzamos a nacer”, operan como dos singulares alegatos contra las imposiciones sociales y el peso de la autoridad, además de resaltar las preocupaciones por alcanzar el amor de pareja.
En “Estación” hay otro guiño rítmico, ligero y amable con aroma de mujer, que contrasta con el oscuro “Toma dos blues” y con la cruda ironía de “Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris”, casi un paradigma de todo aquello en lo que no querían convertirse. El cuento sobre un amor inconveniente y, otra vez, la hipocresía mundana, asoman en “Mariel y el Capitán”, mientras que el ruego de “Amigo vuelve a casa pronto” parece remitir a la efervescencia política de un país surcado por golpes militares y prohibiciones, ya que pide “cuéntame todo, cambiame todo/necesito hoy tu resurrección, tu liberación/tu revolución”. El remate de la placa es el instrumental “Posludio” que no solamente exhibe el virtuosismo de García, sino también los apuntes de una búsqueda musical diferente que, a la postre, sería la que terminaría con la arrolladora simpleza de Sui Generis.