Muchos usuarios de Internet se preguntan qué ocurre detrás de la pantalla cuando hay problemas en la conexión. En algunos casos se trata de problemas relacionados con la cantidad de internautas conectados a un mismo proveedor de servicios  y el flujo de datos al cual tiene que abastecer la empresa. En otros, de prácticas desleales en el mercado comunicacional, donde ciertas aplicaciones se tornan lentas o de difícil acceso. Sobre esta situación gira el actual debate respecto a la llamada "neutralidad en la red?. En Argentina, durante el 2011, fueron presentados dos proyectos para ser debatidos en diferentes comisiones del Congreso.

El principio fundamental de una red neutral consiste en que todos los competidores del entorno digital tengan iguales posibilidades de transitar por una misma carretera sin pagar peajes a las proveedoras de banda ancha.

Supone, por ejemplo, que las plataformas de Google, Yahoo!, Ask, y Ging,  entre otras, estén en iguales condiciones de competencia frente a la eventual seducción de usuarios que utilizan buscadores. En términos prácticos: el canal de distribución de datos debe ser el mismo para todos e implica que los usuarios puedan elegir la puerta (o portal) a dónde tocar.

De no existir esta regla, que por ahora funciona, los principales actores del mercado podrían suscribir a acuerdos de complementariedad para anular a otros jugadores, con prácticas desleales entre las que se destacan la ralentización en la transmisión de datos ?sin producirse "cuellos de botella? reales?.

Lo cierto es que por la dinámica de crecimiento del sector, falta de experiencia  y límites legales, las empresas proveedoras de servicios ?propias del ámbito de las telecomunicaciones? no han tenido éxito en la industria de contenidos, a pesar de algunos intentos. Sin embargo, ese horizonte de expectativas parece ir adecuando modelos de negocios a los escenarios de plataformas convergentes.

No resulta imposible imaginar convenios entre firmas con alta tendencia a la concentración que acuerden intercambios para imponer barreras de entrada. Si hubiera entendimientos entre proveedores ISP y plataformas de accesos a contenidos, como los buscadores antes mencionados, se llegaría a esa situación.

En Estados Unidos existe el antecedente de la unión, en 2001,  entre America On line (AOL) y Time Warner, el principal proveedor de Internet  de entonces y uno de los grupos con mayor presencia en la provisión de contenidos con participación transnacional (entre los que se encuentran las emisoras de cable CNN, HBO, Cartoon Network; las revistas Time, People y Sports Illustrated; y las productora New Line Cinema y Warner Brothers).

Esa temprana fusión fracasó, entre otros motivos, porque AOL no pudo pasar a dominar la transición a la banda ancha  (en tiempos de dial up), sumada la crisis del Nasdaq por la burbuja especulativa que infló el mundo de los negocios cibernéticos.

Una década después, ese aprendizaje parece haber cambiado las tácticas corporativas. Las empresas de telecomunicaciones dedicadas a la mensajería por celulares no están a gusto con servicios de costos inferiores (cuando no gratuitos) como WhatsApp ni que firmas como Skype ofrezcan servicios de voz IP, los cuales afectan la ecuación económica de las operadoras de telefonía fija.

Por tal motivo, son proclives a promover un uso selectivo de las redes de comunicación con el objeto de impedir a la nueva generación de incumbentes diversificar, ampliar y dinamizar su modelo (analógico) de servicios.

Sobre estas cuestiones que implican la adecuación de los sistemas legales vigentes se están dando los primeros debates.

Sólo dos países en el mundo han sancionado leyes de neutralidad en la red. Desde julio de 2010 ningún proveedor ISP puede "arbitrariamente bloquear, interferir, discriminar, entorpecer ni restringir el derecho de cualquier usuario de Internet para utilizar, enviar u ofrecer cualquier contenido?. Un año más tarde el parlamento holandés, frenó iniciativas de acceso  de Internet "Premium? con una normativa de similares características con la modificación de su Ley de Telecomunicaciones.

En Argentina, en 2011, pasaron por diferentes comisiones del Congreso dos proyectos que copian la iniciativa chilena. Se trata de los textos presentados por la senadora  Graciela Di Perna (Frente por la Integración-Chubut) y la diputada Nélida Belous (Partido Social Patagónico-Tierra del Fuego) que finalmente no fueron debatidos en las cámaras.

Actualmente, diversas fuentes parlamentarias confirmaron a este blog la elaboración de nuevos anteproyectos que ingresarán al Palacio Legislativo.