Internet se expandió a nivel mundial gracias a ser una red distribuida, de pares, abierta y basada en el argumento "end to end? (e2e, de extremo a extremo). Es decir, por ser un tipo de red donde el valor se produce desde sus extremos, a través de los usuarios-finales. Esta arquitectura política favoreció que Internet sea hoy más un medio de producción cultural de todo tipo de bienes y obras intelectuales que sólo un canal industrial de distribución y comercialización.
La digitalización y la configuración política de Internet han tenido un fuerte impacto tanto en la gestión de la cultura como en la de sus diferentes industrias. Los bienes y obras intelectuales pasaron a producirse de forma distribuida, colaborativa y menos jerarquizada. Mientras que hoy muchos de los intermediarios clásicos en la gestión cultural han perdido fuerza, otros se han transformado en fuertes apostadores y nuevos intermediarios en el negocio cultural.
A medida que Internet se expandía por el mundo muchas empresas fueron ajustando sus modelos de negocio hacia prácticas más abiertas / libres, distribuidas y colaborativas. Los modelos de negocio abiertos comenzaron a interpretar el derecho de autor y derecho de copia, las patentes o las marcas no sólo de una forma restrictiva, sino también de una forma amplia, para favorecer la incorporación de los usuarios, clientes, proveedores o competidores a la producción colaborativa del valor.
En los últimos años los modelos de negocio en Internet comenzaron a migrar hacia un formato multiplataforma que morigeró la apertura y priorizó la sujeción de los usuarios a ciertos productos y servicios. La construcción de estas plataformas se orientó a captar usuarios-finales que se informan, trabajan, pasan su tiempo de ocio y, de alguna forma, viven atravesados por tecnologías digitales. Entre otros casos, Google, Youtube, Facebook, Flickr o las plataformas de Apple.
Las mismas están preparadas para "cosechar? diferentes formas de valor. Muchas de estas plataformas aparecen como gratuitas, abiertas o libres, pero se orientan principalmente a almacenar datos personales, informaciones privadas, ideas, bienes intelectuales, obras intelectuales o analizar lógicas de consumo, tendencias o preferencias en el uso de productos. Más aún, todas se orientan a mostrar publicidad: por ejemplo, Google Inc. es la principal empresa de publicidad de mundo.
En un mundo donde la innovación constante se sostiene en la producción distribuida y colaborativa del valor, los modelos de negocio de las corporaciones comienzan a articularse con la gestión estratégica de los bienes intelectuales. Los modelos de negocio de las industrias culturales tienden ahora a construir grandes plataformas para favorecer la captación, apropiación y privatización de la producción distribuida de las diferentes formas de valor intelectual.
En la era digital el valor sigue siendo creado y producido desde los extremos, de forma distribuida, colaborativa. Sin embargo, los modelos de negocio de las corporaciones comerciales que median industrialmente en la gestión cultural están transformándose en plataformas orientadas a concentrar, apropiar y privatizar la riqueza. Para alcanzar mayores y mejores niveles distribución de la riqueza es necesario que "las culturas? puedan separarse de las lógicas y soluciones industriales.
* El Dr. Ariel Vercelli es Presidente de BIENES COMUNES A. C. e Investigador del CONICET / IEC-UNQ