La participación política ciudadana es uno de los cuatro pilares sobre los que asientan y construyen los gobiernos abiertos. En la era digital la participación ciudadana se encuentra en una etapa de fortalecimiento, de renacimiento. La ciudadanía se expresa y participa utilizando los más diversos canales digitales, plataformas y redes sociales. Ahora, ¿es conveniente institucionalizar estas nuevas formas de participación ciudadana? ¿Esta institucionalización favorecería mejores democracias?

Los gobiernos abiertos a nivel internacional se caracterizan por buscar mayores y mejores niveles de transparencia, participación, colaboración y gestión estratégica de bienes intelectuales. Si bien estas cuatro características son relevantes para los gobiernos abiertos, sólo la participación política ciudadana puede considerarse su piedra basal y fuente de la soberanía popular. En la era digital los gobiernos abiertos nacen y se co-construyen con ciudadanías abiertas y participativas.

Las ciudadanas y los ciudadanos incluidos tecnológicamente pueden aprovechar las tecnologías digitales y las redes electrónicas distribuidas (más o menos móviles) para informarse, expresarse o dialogar sobre temas políticos. De hecho, pueden participar a través de los más diversos canales digitales: correos electrónicos, foros, páginas web, blogs, plataformas o redes sociales comerciales como Facebook, Twitter, Youtube, Google Plus, Ning.

En la última década las ofertas de medios, canales, plataformas y redes sociales comerciales aumentó exponencialmente. Es cierto, también aumentó su concentración. Sin embargo, aquellos que están incluídos en términos tecnológicos vieron fortalecidas sus capacidades de expresión, intercambio y participación política. Ahora bien, ¿cualquier forma de expresión política a través de estos canales puede enterderse como una participación política ciudadana?

Entre otras preguntas, ¿expresar ideas, preferencias o discutir algo en una lista de distribución, foro o Twitter ya implica una participación política ciudadana? ¿La construcción de un foro temático en Facebook puede compararse con la elaboración de un presupuesto participativo y colaborativo? ¿La participación sólo puede ser crítica y reactiva o también puede ser constructiva? ¿Expresarse y opinar es igual a presentar formalmente un proyecto para reformar leyes, decretos o resoluciones?

A su vez, en relación a los canales de participación, ¿cualquier plataforma comercial puede servir a estos fines de la participación ciudadana? ¿Es igual utilizar redes sociales comerciales masivas que canales o plataformas de las instituciones y partidos políticos de un país? ¿Cuántos canales y redes sociales institucionales se pueden enumerar en la UNASUR? ¿Cuántos de éstos ya están disponibles en Ministerios, Congresos, Direcciones Nacionales, Sindicatos, Municipios o Universidades?

Ahora bien, ¿cuán institucional puede o debe ser esta participación ciudadana? ¿Un poco, mucho, completa? ¿Si la participación política ciudadana se institucionaliza se hace fuerte, se enriquece, pierde diversidad, se empobrece? ¿Debe darse con nombre y apellido o también puede se anónima? ¿Cuáles son las articulaciones, ecuaciones y construcciones tecnológico-políticas que conducen a mayores y mejores niveles de democracia?

A nivel internacional todavía no está claro qué es y cómo se da la participación política ciudadana a través de canales, plataformas y redes sociales institucionales (no comerciales). Las nuevas formas de participación ciudadana pueden ir mucho más allá del ejercicio pleno de la libertad de expresión y del ejercicio constitucional de peticionar a las autoridades. Es necesario enriquecer la democracia en la Argentina y la región sur a través de la gestión fuerte de otros derechos constitucionales.

* El Dr. Ariel Vercelli es Presidente de BIENES COMUNES A. C. e Investigador del CONICET / IEC-UNQ