Las redes sociales se configuraron como un nuevo espacio para la participación ciudadana y política. Desde convocatorias a manifestaciones hasta la emisión de datos electorales forman parte del uso que las personas le pueden dar a la red. En Argentina el 57,4 por ciento de los usuarios de internet utiliza Facebook mientras que un 13,8 por ciento tiene cuenta en Twitter y, de estos, un 25,7 por ciento sigue a algún político.

A mediados de agosto las autoridades gubernamentales de Maryland,  Estados Unidos, elevaron el "estado de alerta? en todo el condado por un saqueo a un minimercado llevado a cabo por unos 20 jóvenes. Una semana antes en Filadelfia, capital de Pensilvania, ocurrieron una serie de eventos similares que originó un "toque de queda? para frenar el supuesto fenómeno conocido como "flashmobs? (multitudes que se reúnen instantáneamente, encaran una protesta o cometen un ilícito grupal y luego se dispersan). ¿Cuál era la preocupación de los gobernantes de estos estados norteamericanos? La respuesta que las administraciones dieron se enmarcó en el temor a que en los Estados Unidos ocurrieran movilizaciones y saqueos parecidos a los que azotaron un tiempo antes a varios países europeos y que tuvo uno de sus últimos episodios en Inglaterra hace un par de meses. Como parte de la solución que pensó tanto el gobierno británico como los gobernadores norteamericanos fue la intervención parcial o total de las redes sociales para evitar las convocatorias a este tipo de eventos. Poco después las policías de Filadelfia y Maryland comprobaron que estos hechos no fueron programados en internet pero sí fue evidente que la noticia se propagó mucho más rápido en ese tipo de medios antes que en los convencionales como la TV y la prensa escrita.

De igual modo, las redes sociales estuvieron en la escena durante las revueltas político-sociales que se dieron desde enero de 2011 hasta la actualidad en países del Norte de África y Medio Oriente.  Blogs con crónicas y opiniones, tweets con informaciones actualizadas, manifestaciones convocadas mediante Facebook y videos subidos a Youtube fue el repertorio de estrategias comunicacionales que los opositores a los diferentes regímenes utilizaron, ya sea de forma particular o partidariamente organizada.

Pero desde la perspectiva política, no todo lo que ocurre en las redes sociales tiene como fin la protesta. Estos nuevos medios le dieron una nueva impronta a las campañas electorales y a la comunicación institucional.

El primer caso de una campaña adaptada a las redes sociales fue la encabezada por el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, quien ganó las elecciones para ese cargo en 2009. El mandatario siguió todos los pasos que generalmente se utilizaban en las campañas convencionales pero como parte de su estrategia llenó de sitios amigos el ciberespacio, aglutinó a millones de militantes y simpatizantes en Facebook y convocó de forma directa a sus actos mediante Twitter. Pese a que muchos de sus tweets eran en primera persona, y con un tono cotidiano, un tiempo  después durante una visita oficial a China Obama reconoció que la mayoría de ellos habían sido efectuados por sus colaboradores y aseguró que él era un entusiasta de la tecnología pero que no había usado la herramienta de los 140 caracteres. "Mis pulgares son demasiado torpes para escribir cosas en el teléfono", aseguró frente a un grupo de estudiantes chinos.

Un caso similar ocurrió con la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien tuvo un fuerte apoyo de los militantes y simpatizantes que trabajaron en su candidatura desde las redes sociales para contrarrestar un escenario adverso que existía desde algunos medios masivos de comunicación y que pertenecen a grupos económicos contrarios al Partido de los Trabajadores.

Marcelo Branco, asesor de Rousseff en medios digitales, en una conferencia en Buenos Aires hace tres semanas consideró que las personas confían más en las redes sociales que en los "massmedias? tradicionales y sugirió que esto se debe a que los usuarios reciben la información de personas cercanas o que guardan algún vínculo con ellos. "En Brasil el 40,1 por ciento de los internautas calificaron como de muy alta credibilidad a las redes sociales?, puntualizó.

En Argentina, desde hace un par de años las redes sociales se integran a la actividad política desde dos perspectivas: Por un lado tanto instituciones como funcionarios abrieron cuentas en las que comunican sus actividades o publican artículos; por otro lado existe un uso relacionado con las campañas electorales. A este último punto se le agrega la particularidad que les da el trabajo colaborativo de los militantes y simpatizantes que participan de una forma paralela en las campañas produciendo y distribuyendo contenidos.

El Gobierno Nacional, por ejemplo, tiene una cuenta en cada red social incluyendo un canal propio en Youtube que lleva el nombre de "Casa Rosada? y que sube todos los videos de actos y conferencias de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a las pocas horas de su emisión. La mandataria posee una cuenta personal en Twitter, que es @CFKArgentina, en la que la siguen 636.309 usuarios y es unas de las más populares del ámbito político. Desde esa cuenta la Presidenta tweetea cuestiones y datos de la administración pública hasta sucesos personales. Dos ministros de su gabinete también están entre los políticos argentinos con más seguidores: el jefe de Gabinetes de Ministros, Aníbal Fernández, (@FernandezAnibal)  y el canciller Héctor Timerman (@hectortimerman),  con 229.971 y 68.640 seguidores respectivamente.

El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, (@mauriciomacri) es también uno de los políticos argentinos con más seguidores en el Twitter  ya que cuenta con 237.341 followers. El uso que le da a esta herramienta abarca los dos aspectos: Da una comunicación institucional pero también le sirvió como herramienta proselitista, incluso, para los últimos comicios porteños. Macri anunció por este medio, antes que en otros, que María Eugenia Vidal sería su acompañante en la fórmula.

Lejos del uso institucional, las redes sociales aportan una forma más directa de comunicación a los políticos. Se evita una etapa de mediación que ocurría con los clásicos "massmedias? como la televisión, la radio o la prensa gráfica. Esto no quita que todavía una gran parte de los argentinos no participan en esos espacios digitales aunque el crecimiento de las redes sociales fue notable en los últimos años.

Según un informe de la consultara Fnbox de mayo de 2011, en Latinoamérica el 80 por ciento de los usuarios de internet está inscripto en al menos una red social.

En Argentina, según la empresa de marketing ClickBunker, el 57,4 por ciento de los usuarios de internet utiliza Facebook mientas que un 13,8 por ciento tiene cuentas en Twitter. El informe que difundió esta firma fue en base a una encuesta de la consultora Mídios sobre un total de 650 casos distribuidos en Capital Federal y otros centros urbanos de todo el país recolectados en enero de este año. La misma investigación daba cuenta que un 25,7 por ciento seguía a algún político en las redes.

Las redes sociales se configuran como una alternativa de información también para los ciudadanos en la época de comicios. Las campañas publicitarias son pensadas para todas estas nuevas herramientas y van desde videos explicativos de cómo es el procedimiento de votación que son subidos a Youtube (como ocurrió para las Primarias en agosto pasado) hasta mensajes de textos (SMS). Precisamente mediante la telefonía móvil las personas podían consultar el padrón y el lugar en el que tenía que votar enviando un mensaje de texto con el número de su DNI y especificando el sexo.

Otro uso que aleja a estos medios de los clásicos es el que se les dio durante los diferentes comicios provinciales que se celebraron en el país desde abril hasta acá incluyendo las Elecciones Primarias. Tanto en Twitter como en Facebook se pudieron seguir los resultados minuto a minuto luego del cierre de las urnas. El abanico de información se extendió desde usuarios que publicaban cifras extraídas de las páginas oficiales hasta fiscales que anunciaron el resultado de la mesa en las que les tocó controlar. Esto último fue de suma relevancia cuando algunas de las autoridades provinciales se demoraron en la entrega de los datos oficiales. Nada de esto quita que muchas de estas publicaciones hayan sido inexactas o falsas pero lo destacable es que cada cuenta se pudo transformar en un medio de difusión.