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"Siempre aspiré, desde muy joven, a que a mi obra resumiera poesía y que tuviera cadencia musical", afirma Barna,
"Siempre aspiré, desde muy joven, a que a mi obra resumiera poesía y que tuviera cadencia musical", afirma Barna,
Agustín Argento

¿Cómo se considera? ¿Como periodista y opmo como escritor?

Tomás Barna

Un periodista no deja de ser escritor, como el poeta. En el caso mío, lo ideal es poder tener la capacidad de síntesis del periodista siendo escritor y, al mismo tiempo, el vuelo en la prosa; poder escribir con cadencia musical. Reunir ese conjunto es a lo que yo aspiro para llegar a ser un escritor logrado. Pero en mi caso no desprendo al periodista del escritor. La armonía entre ambos es lo ideal, aunque tengo más de narrador que de periodista.

A.A.

Como periodista entrevistó al escritor cubano Alejo Carpentier, a Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Abelardo Castillo, Osvaldo Pugliese, Ástor Pazziolla y Mercedes Sosa, entre otras grandes personalidades. ¿Cómo era la relación con ellos, teniendo en cuenta que usted iba como periodista, pero en realidad era escritor?

T.B.

Tuve el honor de poder entrevistarme con todos ellos. Para RFI y para algunas revistas. En cuanto a nuestro encuentro, ellos me daban a entender que yo no los trataba como un periodista frío, que se atiene al cuestionario. Entablaban un diálogo de amigos. Los hacía sentir cómodos y eso a mi me reconfortaba. Estaba en un plano casi de igualdad, ante estos monstruos. Por ejemplo, en mi encuentro con Borges, le dije: “Usted tiene una vitalidad que me hace pensar en Walt Wittman”. Y él me contestó: “Gracias, Barna. Nadie observó eso en mí. Todos me tienen por otra persona. Y yo siento que soy así, como usted me describe”. Lo mismo me pasó con Abelardo Castillo. Tenemos gustos literarios similares.

"En mi encuentro con Borges, le dije: ‘Usted tiene una vitalidad que me hace pensar en Walt Wittman’. Y él me contestó: ‘Gracias, Barna. Nadie observó eso en mí. Todos me tienen por otra persona. Y yo siento que soy así, como usted me describe".
A.A.

¿Cómo resumiría su obra literaria?

T.B.

Siempre aspiré, desde muy joven, a que a mi obra resumiera poesía y que tuviera cadencia musical. A escribir imágenes. Poner todo como en escenas cinematográficas, con movimientos. Cuando releo mis trabajos creo que, en gran medida, he conseguido eso.

A.A.

Usted tiene dos obras de teatro, ¿cuáles son los conocimientos sobre cine y música que aplicó?

T.B.

La segunda (“Elegía para tres mujeres y un cadáver exquisito”) tiene muchísima música. Desde Gustav Mahler hasta Igor Stravinsky y Richard Wagner, entre otros. Hay música y poesía en el lenguaje. También hay pasajes equiparados a la filmación. La otra obra (“Un albatros en el abismo”) para mí, es teatro en estado puro, con una esencia poética muy importante y con una fuerte influencia de Antoine Artaud. El cine, la música, el teatro y la poesía siempre están presentes cuando escribo.

A.A.

¿Qué relación tienen los signos de puntuación en su obra con la música que, según dice, tanto lo influenció?

T.B.

Soy un gran admirador de Thomas Mann, Charles Baudelaire y Roberto Arlt, pero también me han influido músicos como Mahler, (compositor finlandés) Jean Sibelius y Wagner. Con silencios y estallidos vibrantes. Los signos de puntuación son equivalentes a los silencios musicales. Son la pausa. Y yo los uso para respirar. Eso también es musical. Cuando hablo de cadencia, me refiero a los ritmos que lleva la narración.

A.A.

Usted también es una persona reconocida dentro de la crítica y la expresión tanguera. ¿Qué lugar ocupó el tango en su vida cultural?

T.B.

El tango fue algo vital en mi vida. Me crié mamando tango. Yo tenía 9 años y el tango se respiraba en todo Buenos Aires. Cuando fui a vivir solo, a los 16 años, fui al centro. Nadie me sacaba de ahí. Estaban los cafés, los clubes de baile y los carnavales. Y el tango yo lo viví así. Hablo de la década del ‘30. En el ‘64 me voy a Francia y ahí tomé conciencia de lo hermoso que es el tango; de que no son simples letristas, sino grandes poetas, con grandes músicos también. Y sentí la necesidad de hacer conocer el tango en Europa. Y ahí escribí varios ensayos. “El tango en la literatura de ficción argentina”, donde hablo de la influencia en algunas obras de autores como Borges, (Ernesto) Sábato, (Julio) Cortázar, (Leopoldo) Marechal y Arlt, entre otros. Con este ensayo, la embajada de Cuba me invitó en el 2004 a exponer en la Feria del Libro de La Habana. Hay otro ensayo titulado “El universo mágico del tango”, que es sobre la evolución histórica del tango, que fue publicado en la revista Club de Tango y luego lo recopilé en un libro. Un grupo de escritores de Córdoba, también, me pidió que escribiera la relación entre la prostitución y el tango; se me ocurrió escribir un trabajo que titulé “La mujer en el tango, desde la prostitución hasta el amor”. En uno de los reportajes que le hice a Borges también hablamos sobre la milonga.

A.A.

¿Y es en ese momento en el que piensa en abrir una tanguería en París?

 
T.B.

París vende el tango, seguro va a prender en Argentina y a desparramarse por el mundo, otra vez. En el ‘70 quisimos abrir una tanguería, pero no teníamos el dinero. Diez años después, Edgardo Cantón (músico; amigo de Cortázar), me contacta y me dice: “¿No querés abrir una tanguería?”. Yo acepté con la condición de llevar a los mejores músicos y cantantes de Buenos Aires, y él, Cantón, me dijo que esa era su idea. Muchos pensaron que era una locura. Y así nació el Troittoirs de Buenos Aires, en el centro de París.

”Fue el preludio del suceso de Tango Argentino. Si no hubiera existido el Toittoirs de Buenos Aires, hoy no se estaríamos hablando del tango”.
A.A.

¿Cómo recuerda esa época?

T.B.

Es una de las experiencias más hermosas. Sabiendo de antemano que nunca íbamos a recuperar el dinero puesto. Era un gran metejón. Se vivió muy intensamente. Por un lado, revivía algo que había vivido en Buenos Aires cuando era joven; por el otro, me sentía orgulloso y feliz de formar parte de un grupo que hacía renacer el tango, algo que estaba prácticamente muerto. A eso le agregaba la dicha de escuchar a los grandes que llevamos, como el Sexto Mayor; el Sexteto Tango (ex músicos de Pugliese); Josefina, una de las mejores cantantes; Salgán-De Lío; Rubén Juárez y a Pugliese, en el día de su 79 cumpleaños, aunque por la orquesta que tenía lo tuvimos que llevar a un teatro. Fue el preludio del suceso de Tango argentino. Si no hubiera existido el Toittoirs de Buenos Aires, hoy no se estaría hablando del tango.

A.A.

¿Podríamos decir que ustedes, los 23 socios, fueron los que revivieron al tango?

T.B.

Sí. Eso lo aseguro. Nosotros revivimos al tango.

 
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